lunes, 23 de febrero de 2009

No es santo de mi devoción

Ramón Mur

El alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, considera justificada la iniciativa de dedicar una calle a San Josémaría Escrivá de Balaguer. A su juicio, "ser santo es mérito suficiente" para dedicarle una calle y si calle va a tener en Zaragoza el padre Arrupe, con igual motivo la puede tener el fundador del Opus Dei.

El argumento es del todo convincente, para algunos. Lo que ocurre es que para muchos ciudadanos el fundador del Opus Dei no es santo de nuestra devoción. Mientras que el prepósito general de la Compañía de Jesús, que todavía no es santo y al paso que lleva la actual jerarquía de la Iglesia Católica es difícil que algún día sea canonizado, goza de toda la admiración de muchos de los que no tenemos a San Josemaría como santo de nuestra devoción.

Juan Pablo II, que elevó a los altares al padre de la Obra de Dios, humilló al superior de los jesuitas hasta convertirlo en el primer sucesor de San Ignacio de Loyola destituido de su cargo por la Santa Sede. Pero unos somos partidarios de que tenga calle antes el humillado que el ensalzado hasta la santidad por el papa Wotjtila.

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