Ramón Mur
Tuve el gusto de ver a don Luis no hace demasiado tiempo por la Avenida Aragón. Iba en una silla de ruedas que empujaba uno de sus hijos llamado igual que él. Encontré a don Luis afable y dicharachero, como siempre. Aunque era evidente que ya no podía conducir su inseparable SIMCA 1000 de color verde, con el que sufrió un accidente de infeliz recuerdo.
Don Luis falleció ayer en Barcelona. Recibí también la noticia en la Avenida de Aragón. Era padre de seis hijos. Fue en esta vida agricultor y profesor de Mecánica en el hoy llamado IES Bajo Aragón. Luis Navarro Milián fundó y presidió el ‘Club Bajo Aragón de Automóviles Antiguos’ y no descansó hasta que consiguió que Alcañiz tuviera una feria del Automóvil, conocida como ‘Autoclasic’.
Don Luis resultó herido en el bombardeo de Alcañiz del 3 de marzo de 1938, ya en la recta final de la guerra civil. Merece la pena recordar hoy su testimonio recogido por José María Maldonado en el libro ‘Alcañiz, 1938: el bombardeo olvidado’. Así recordaba Luis Navarro aquel trágico día de su adolescencia: “Yo había ido al colegio con Doña Estrella, que estaba en la carretera de la Estación, frente a la fuente que había. Salíamos del colegio dos juntos, una chica que tenía una vaquería al lado de la estación, que tenía un hermano gemelo, era familia de los Cabañas. Bajábamos por la carretera de la estación, oímos los ruidos de los aviones y me eché al suelo. A muy pocos metros míos cayó una bomba, junto a la casa de Plácido Andreu, la zona de encima era un solar. Allí cayó y destruyó la parte de atrás de la casa de Plácido. A mí me cayó metralla en una nalga y en diversas partes de las piernas. A la chica le cogió las dos nalgas que las llevaba colgando. Allí estuvimos bastante rato quejándonos, ella se quejaba mucho, pero no hablábamos. La explosión de la bomba nos desplazó unos 10 metros, por lo menos, de donde estábamos. Luego nos temieron en un carro que bajaba por la carretera de la estación, con muchos más heridos. Había muchos heridos y muchos muertos por esa zona y por la glorieta. Mi tío Mariano murió y más gente en el taller. No nos metieron en el hospital porque ya no cabía nadie. Nos trasladaron a un camión que iba lleno de heridos y nos llevaron a Castelserás. Allí nos metieron en una casa particular. La gente preguntaba por qué los traían allí si había hospital en Alcañiz. No sabían lo que había pasado. A mí me acostaron en una cama en la misma habitación que la otra chica y nos dieron un baso de leche para beber... La chica murió ese mismo día en Castelserás. Yo no sé si llevo o no la metralla porque nadie me la quitó. Igual salió sola, pero me dolía mucho porque me debió tocar el hueso, y el agujero que llevaba era grande... Lo que me salvó fue echarme largo al suelo. Mi hermano Miguel apareció con un coche a buscarme. Las heridas se me curaron solas, me las curaban con agua oxigenada y nada más, sin calmantes ni nada. No ha´bía nada. Fui cojo durante bastantes meses. Al cabo de unos 8 días, me di cuneta de que en el antebrazo, al lado del codo había algo que me dolía y me molestaba. Allí había como un bulto. Me lo abrí con una cuchilla de afeitar y me saqué un trozo pequeño de metralla. También se curó sin desinfectar ni nada. Cuando estaban los italianos, uno me dio una pomada".
Don Luis tenía entonces 13 años. Por fortuna, pudo vivir muchos más para contarlo. Hasta que ayer nos dejó este alcañizano querido y admirado. Descanse en paz.
jueves, 14 de mayo de 2009
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