Ramón Mur
Los parias de la provincia de Teruel están, sin la menor duda, en el Bajo Aragón. Y es que paria es la persona excluida de las ventajas de que gozan los demás. La última ventaja que se ha hurtado a los bajoaragoneses es la de disponer del Museo de la Semana Santa.
Teruel es la ciudad de los museos. Hace más de 20 años se instaló allí el Museo Provincial, impulsado, por cierto, en su puesta en marcha y posterior primera gestión, por dos bajoaragoneses, como eran el entonces diputado provincial José María Pascual y el llorado pintor alcañizano Enrique Trullenque. Se instaló después en Teruel Dinópolis, que es un mixto de museo y feria de muestras histórico-turística permanentes. El gobierno socialista ha concedido a Teruel ser la sede del Museo Nacional de Etnografía.
Y ahora, el Gobierno de Aragón concede a Teruel capital el Museo de la Semana Santa. Al conocer la noticia, un entrañable amigo me comentó: “¡Y nosotros que pensábamos que la Semana Santa bajoaragonesa tenía algún mérito!”. El 25 de febrero se firmó un convenio entre el Gobierno de Aragón, el Ayuntamiento de Teruel y el Obispado para crear un Museo de la Semana Santa en la iglesia de San Martín. El presupuesto de las obras asciende a 762.000 euros. El departamento de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes aportará el 80% (609.600 €). El Ayuntamiento de Teruel aportará el 10% (76.200 €), idéntica cantidad a la que aportará el Obispado de Teruel-Albarracín.
Es decir, que el Gobierno de Aragón es el mayor contribuyente y, por tanto, el principal impulsor del Museo de la Semana Santa. Y en el Ejecutivo Autónomo no consideran oportuno que tal museo sea instalado en cualquiera de las nueve poblaciones de la Ruta del Tambor y del Bombo, una de cuyas semanas santas, la de Híjar, está declarada de Interés Turístico Nacional. Entre las nueve poblaciones (Albalate del Arzobispo, Alcañiz, Alcorisa, Andorra, Calanda, La Puebla de Híjar, Híjar, Samper de Calanda y Urrea de Gaén) suman más de 30.000 habitantes. Una circunstancia que se da con escasa frecuencia en una provincia tan extensa como despoblada como es la de Teruel.
¿Quieren rehabilitar un espacio religioso para instalar en él el Museo de la Semana Santa? Pues ahí tienen el convento del Desierto de Calanda, lugar imcomparable y equidistante del Bajo Aragón del plano y de la montaña. ¿Quieren localidades con arraigo de la Semana Santa en las últimas décadas? Que nadie piense que reclamo para Alcañiz el museo semanasantero que se han llevado a Teruel. De eso, nada. Pienso en Alcorisa, por ejemplo, donde la representación del Drama de la Cruz seguro que concentra cada viernes santo el doble de visitantes que la Semana Santa de la capital de la provincia. Pienso en Hijar, en Andorra, la tercera población de la provincia en número de habitantes. Y, en fin, pienso en cualquiera de las poblaciones semanasantistas del Bajo Aragón.
Pero puesto que los parias, los del norte o de la otra punta de la provincia, callamos, el Museo de la Semana Santa estará en la iglesia de San Martín de Teruel. No tenemos autovía, tampoco aeródromo como el de Caudé, Alcañiz se nos a cae a trozos y aquí no se construye hasta tres veces una misma plaza, pero tampoco nos conceden el Museo de la Semana Santa. Ni siquiera eso nos merecemos. Somos los parias de la provincia.
jueves, 19 de marzo de 2009
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