La ‘Declaració de Mequinensa’ cumplirá 25 años el próximo día 1 de febrero. Hace cinco lustros, allá por la primera legislatura de la autonomía aragonesa que presidía el socialista Santiago Marraco, bajo la presidencia del Consejero de Cultura de su Gobierno, José Bada Planillo, se reunieron 17 representantes de los ayuntamientos de otras tantas poblaciones de la extensa zona catalanoparlante de Aragón. Como preámbulo a los tres puntos de la declaración los representantes municipales señalaron: “RECONEIXEM que dintre de la nostra Comunitat Aragonesa es parlem diferents llengües i que la llengua catalana que se parla en la Franja Oriental perteneix al patrimoni cultural d’Aragó. REBUTJEM les denominacions despectives de “chapurreau” i d’altres paragudes que encara s’apliquen a la nostra llengua materna”.
Aquel 1 de febrero, entre los cargos municipales reunidos en Mequinenza, se encontraba el alcalde de Bonansa, Marcelino Iglesias, hoy presidente del Gobierno de Aragón desde 1999. ¿Qué es lo que ha ocurrido para que 25 años después no se haya podido cumplir tan siquiera el artículo primero de la declaración en el que se señalaba: “Es urgent desenvolupar l’Estatut d’Autonomía d’Aragó pel que respecta a la conservació i estudi de les nostres modalitats llingüístiques”?
Pues ha ocurrido que hemos retrocedido tanto que hoy pocos aragoneses son “plenament conscients de que l’integració cultural i política d’Aragó no es posible sense que tots els aragonesos reconoexin com a propia la riquesa cultural i llingüística de la Franja Oriental d’Aragó”, como también proclamaba, a modo de conclusión, la ‘Declaració de Mequinensa’. Lo que ha ocurrido y está ocurriendo es que se ha perdido la sensibilidad social por la pluralidad y la diversidad lingüística de nuestra comunidad autónoma porque todos los aragoneses “no sienten como PROPIA la riqueza cultural y lingüística de la Franja Oriental de Aragón”.
Los aragoneses que se manifiesten el próximo 28 de febrero en la Plaza del Pilar de Zaragoza gritarán, fuera de sí y con la yugular inflamada que “en Aragón no se habla catalán”. Pero serán incapaces de gritar , además, que “en Aragón se hablan tres idiomas”. Ni siquiera serán capaces de proclamar la diversidad lingüística de su tierra, sencillamente porque no la sienten, nunca la han sentido y es difícil que algún día la sientan.
Por lo que a nuestra tierra del Bajo Aragón se refiere, firmaron la declaración de Mequinenza representantes de los ayuntamientos de Calaceite, La Codoñera, Valderrobres y Valjunquera. De estos cuatro municipios, hoy sólo el alcalde (alcaldesa) de uno de ellos suscribiría el mentado documento de hace 25 años. Algunos años después del manifiesto de Mequinenza, fui testigo casual de cómo a uno de los alcaldes bajoaragoneses firmantes de la “declaració” le decía cierta persona con gran entusiasmo: “Si nos apoyáis vosotros, tenemos la batalla ganada”. Al poco tiempo supe que el enfervorizado interlocutor del alcalde era uno de los cofundadores de la FACAO. En efecto, la depresión autonómica y aragonesista que padecemos está a punto de concederles la victoria a los partidarios de castellanizar la vida de los pueblos bilingües de tal forma que les gustaría que el Barranc Fondo se denominara definitivamente como Barranco Hondo o que la población de Castelnou pasara a ser conocida por Castillo Nuevo.
Pero algo tendremos que hacer quienes pensamos igual que los firmantes de la declaració de Mequinensa. ¿O nos vamos a dejar llamar puretas culturetas desfasados? ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados? ¿O vamos a exigir a nuestras instituciones que de una vez cumplan el mandato estatutario? ¿No reclaman algunos políticos, a todas horas y con tanto énfasis, el cumplimiento del Estatuto de Autonomía de Aragón? ¿Es que acaso quieren que se ejecute el Estatuto en todos sus artículos menos en el séptimo que prevé la regulación de la diversidad lingüística de Aragón?
lunes, 26 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario