Ramón Mur
El sábado pasado se produjo en Alcañiz, Barrio de San Pascual, un suceso que ha ocupado páginas de periódicos y espacios de otros medios de comunicación. Un ciudadano, escopeta en mano, se lió a tiros e hirió a un agente de la Policía Municipal. El escopetero resultó ser J. G. A. de 39 años de edad y el guardia municipal J. I. M., de 31. Tuvieron que pasar 48 horas para que pudiéramos enterarnos de que el presunto autor de los disparos de escopeta responde al nombre y apellidos de Jorge Gracia Arpal. A día de hoy, en cambio, pasados cuatro días desde el suceso, la identidad del agente municipal sigue sin ser facilitada al completo por los medios de comunicación. Ahora se informa de que es José Manuel I.M. y se recuerda su edad: 31 años.
O sea, que esto es como aquello de los días de los meses del año: 30 días tiene septiembre, con abril, junio y noviembre. De 28 no hay más que uno. Los demás, de 31. Pues entre los de 31 está el agente municipal de Alcañiz, llamado, además, José Manuel. No debe de haber en la escueta plantilla de guardias municipales alcañizanos muchos que se llamen José Manuel y tengan esa edad apuntada. ¿Por qué, entonces, se facilita sus dos apellidos sólo en iniciales?
Esto pasa porque el moderno periodismo local es un periodismo de avanzadilla. De avanzadilla del cotilleo ante la barra del bar de turno, claro. Muchos personajillos, que pugnan por plantarse en los papeles y chupar cámara, ponen en duda la credibilidad de los medios de comunicación a todas horas. La credibilidad está en la alcahuetería de la calle y en los corrillos de barra donde se completa la deficiente información que facilitan los medios de comunicación. Recorran ustedes la Avenida de Aragón de Alcañiz y bien pronto se enterarán de la identidad completa del agente de la autoridad municipal así como de otros muchos detalles sobre la vida del escopetero, todos ignorados por los medios de comunicación.
Todo esto, perdonen mi atrevimiento, se debe a la alienación cultural que existe en muchos reductos de la sociedad y de la que se contagian los profesionales de la información. Aún recuerdo que hace como 15 años, se produjo un trágico accidente de tráfico en el que resultaron implicados varios miembros del Alcañiz Club de Fútbol, que regresaba de jugar un partido de pretemporada por tierras catalanas. Como consecuencia del accidente, falleció, si no recuerdo mal, nada más y nada menos que el presidente del club, cuyo nombre ahora no encuentro ni en mi memoria ni entre mis papeles del archivo personal. Pues bien, entrañables amigos y compañeros de profesión se empeñaron en conseguir que en el periódico que por entonces yo dirigía apareciera la identidad del fallecido sólo con las iniciales. Desde luego, no lograron su propósito mis buenos recordados amigos y compañeros.
Pues así seguimos, con este periodismo de avanzadilla del cotilleo de bar y de la alcahuetería callejera. A estos dos escenarios, al cotilleo y la alcahuetería, hay que acudir para conseguir la completa información de lo que ocurre.
miércoles, 24 de junio de 2009
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