lunes, 16 de noviembre de 2009
Encuentro de dos rebeldes currantes
Ramón Mur
El sábado pasado fui testigo en Valderrobres del encuentro entre dos rebeldes currantes: el librero Octavio Serret y el escritor Jason Webster. Los dos son dos rebeldes contra el sistema y el poder por lo trabajadores, lo currelas, que son. Octavio vive de vender libros en un pueblo de menos de dos mil habitantes. Algo tan insólito que muchos no lo creen hasta que lo ven con sus ojos.
Octavio es trabajador rebelde contra ese conformismo congénito de nuestra tierra. Contra la supuesta racionalidad de muchos supuestos sensatos habitantes de esta tierra que siempre que escuchan hablar de algún proyecto ilusionante de desarrollo, contestan lo mismo:"Desengáñate, eso aquí no prosperará". Esa forma de pensar es desintegradora de cualquiera ilusión, gafe y desmoralizadora. En definitiva, es la excusa de los vagos. Ni más ni menos. Ahora que estoy jubilado y tengo la oportunidad de pasar tantas horas sin clavar un clavo, lo he podido comprobar. La mayor revolución del hombre es el trabajo con un objetivo determinado a conseguir y la más grande rebeldía contra el conformismo y la sumisión es trabajar. Contra esa rebeldía no hay sistema ni poder político que pueda.
Y con ese rebelde currante, Octavio Serret, se econtró otro rebelde trabajador de 39 años, Jason Webster. Alto, fornido, purísimo anglosajón, no lo puede negar, llevó a Valderrobres el último libro suyo puesto a la venta por Octavio Serret: "La montaña sagrada". Resulta que Jason, con su compañera Salud, una valenciana que es bailaora de flamenco, se ha apartado a vivir en una masía, al pie de Penyagolosa, en Castellón. Ha raconstruído con sus manos el medioderruido mas, desbrozado los bancales yermos, cultiva almendros, produce miel de abejas y ha replantado varias parcelas de su finca de encinas truferas.
Llevo leídas las cien primeras páginas de "La montaña sagrada" y no puedo dejar de pensar que ya, a la altura de mis 65 años, he perdido la fe y la esperanza que anidan en el alma de Jason Webster. Pero admiro y aplaudo su espíritu emprendedor, su rebeldía de trabajador, el mismo inconformismo currante de Octavio Serret. Los dos demuestran que eso de que "aquí no prospera cualquier proyecto" es una burda mentira.
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