Por Darío Vidal
(Artículo remitido por su autor)
Un día le pregunté a Aurelio Peccei a la sazón presidente del Club de Roma, en qué consistía a su jucio la Barbarie. Y me ilustró con una respuesta que no he logrado mejorar. La barbarie se genera, según él, cuando confluyen un alto nivel tecnológico con un bajo nivel moral. Cuando la carencia de sensibilidad inherente a la ignorancia coincide con un desproporcionado poder se genera un mónstruo que antecede a la catástrofe. Sus consecuencias pueden ser el genocidio de de los pueblos naturales, la destrucción de joyas de Arte, la demolición de monumentos, el surgimiento del III Reich, el exterminio de especies animales o vegetales que configuran un todo con nosotros, y los desmanes de la Era Bush. La conmoción del cambio climático, apenas imaginable entonces, es la muestra palpable del abismo al que nos aboca una sociedad que proscribe las Humanidades y teme la reflexión.
La voracidad de unos especuladores dedicados al expolio de la Naturalaza en beneficio propio, ha acabado con uno de los tres yacimientos arqueo-paleontológicos más importantes del Neolítico en España. Se hallaba en la Cueva de Chaves del municipio oscense de Casbas, en pleno Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, una superficie cubierta de tres mil metros cuadrados, que estaba siendo excavada en las estaciones en que las temperaturas pirenáicas lo consentían desde 1984. Y mientras el Gobierno de Aragón renunciaba a expropiar el yacimiento como permite la Ley de Patrimonio, confiando en la buena fe de los propietarios, estos han entrado con maquinaria y lo han devastado, convirtiendo los depósitos estratificados de más de 8000 años y un valor científico imponderable, en un desordenado montón de escombros que comprende enterramientos con restos humanos, esqueletos de animales, piezas de cerámica, vestigios de frutos almacenados por los primeros agricultores, y rarísimos cantos de piedra –tal vez con carácter de talismanes-- decorados con motivos geométricos y figurativos. Una verdadera profanación perpetrada por FIMBAS, SA, que ya en 2006 hizo roturaciones, desmontes y presas, como las que acaba de hacer en la Cueva, aunque sin menoscabo del patrimonio entonces, para que sirvieran de pesebres y abrevaderos de la caza mayor que explotan a tanto la pieza.
Esta actuación no sería acaso recusable en una finca de mil quinientas hectáreas, si no hubiese entrado culpablemente en colisión con un bien protegido como yacimento arqueológico, pero la CHA ya le había puesto una multa de ridícula cuantía --1.500 euros--, lo que era menos de lo que costaba alquilar una de las grandes máquinas que utilizaban durante una hora.
Un hecho que ilustra sobre la naturaleza de la barbarie.
martes, 7 de abril de 2009
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