Ramón Mur
La investigación sobre la supuesta trama de corrupción urbanística en la localidad zaragozana de La Muela es como la opera prima del joven juez de 32 años, Alfredo José Lajusticia. De momento, hay una veintena de implicados y algunos, encabezados por la alcaldesa María Victoria Pinilla, han ingresado en prisión.
Este asunto ha hecho levantar voces a favor de la honestidad y el buen hacer de muchos alcaldes y cargos públicos. Pero debería también mover a reflexión y a escarmentar en cabeza ajena a no pocos responsables municipales. No es bueno esconder la cabeza y mirar hacia otra parte.
La trama de La Muela ha sido descubierta como consecuencia de la denuncia de un particular presentada en los juzgados de La Almunia. El juez correspondiente, el joven Lajusticia, investigó el caso durante un año y el resultado ha sido la detención de las personas que, supuestamente hasta el momento, han cometido diversos delitos de corrupción como malversación de fondos públicos, tráfico de influencias, etcétera.
Si como es conveniente insistir, algunos cargos públicos son modelo de honestidad y entrega en su gestión, no en todos los casos es así. Y en este segundo supuesto, ocurre que no siempre el vecindario, como en el caso de La Muela, se decide a presentar denuncia contra las irregularidades que contempla a diario y a plena luz del día. En los pueblos pequeños se conocen todos y , por unos u otros temores, el mal comportamiento de ciertos gobernantes se mantiene envuelto en medio de un injustificado encubrimiento. Pero sería iluso ocultar que muchas de las operaciones aireadas estos días en los medios de comunicación aragoneses, como irregulares e incluso delictivas, con ocasión del caso de La Muela, podrían ser perfectamente denunciadas en algunas otras poblaciones.
En cualquier caso, la opera prima del juez Lajusticia, el caso de supuesta corrupción de La Muela, debería poner en guardia a más de un cargo electo y a la ciudadanía tendría que invitarle a pensar que, tarde o temprano, “quien mal anda mal acaba”, como reza un viejo refrán popular. Y que, igual que en La Muela, no basta con reconocer los muchos avances experimentados a lo largo de los años como consecuencia de la gestión de una audaz y emprendedora alcaldesa si el desarrollo alcanzado en el pueblo no siempre ha llegado por el camino correcto.
domingo, 5 de abril de 2009
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1 comentario:
¡Vaya pedrada! Aunque tienes razón, pese a la práctica política que defendía Maquiavelo, para los jueces, que son los que al final aplican las leyes que regulan nuestras normas de convivencia, el fin no justifica los medios. Nuestros comportamientos deben ampararse en la ética y ceñirse al Ordenamiento Jurídico.
J. Javier de Miguel
Un saludo, Ramón.
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