Ramón Mur
He podido leer, por gentileza de un familiar que me lo ha remitido, el artículo de José Antonio Zarzalejos titulado "España, de nuevo, invertebrada". La conclusión a la que llega mi antiguo director de EL CORREO es que vivimos, "otra vez, en la España invertebrada de Ortega que comienza a suscitar la ansiedad de una nación que no termina de cuajar, que circularmente se da de bruces con sus demonios familiares, que se reencuentra con su peor pasado. Es, otra vez,la España en la que Ortega y Gasset debe ser releído, y con él, Unamuno, y Pérez de Ayala y Gregorio Marañón y tantos otros que en las primeras décadas del siglo pasado ya advirtieron de una sociedad debílisima -la española- que requiere de persuasión y disciplina, esfuerzo y solidaridad, ética cívica y libertad, moderación y firmeza, unidad y pluralidad. Dejémoslo ahí por hoy. Porque lo que viene es un tsunami político".
Al margen del alarmismo, quizá excesivo, con que pinta la actualidad española, así como de los remedios, más opusdeísticos que jesuíticos, que propone para que España vuelva a ser vertebrada, si es que alguna vez lo fue, el diagnóstico de Zarzalejos resulta alarmante por lo que él parece intuir e incluso saber de lo que puede acontecer en nuestro país. Porque Zarzalejos siempre estuvo muy al corriente, y seguro que hoy lo sigue estando, de lo que puede ocurrir en España. Y si él vaticina que lo que se nos viene encima "es un tsunami político", pues es como para echarse a temblar.
Que estos pronósticos se produzcan a los 28 años del golpe de Estado del 23F, cuando se ha publicado el excelente libro de Javier Cercas, "Anatomía de un instante", sin que hayamos escarmentado en propia carne es, cuando menos, descorazonador. En todo caso, estoy de acuerdo, como dice Zarzalejos, en que no estaría de más que los españoles de hoy releyeran a Ortega y Gasset, Unamuno o a Gregorio Marañon. Lo que ocurre es que la sociedad española actual tiene menos conocimiento de ellos que de Di Stéfano, Ramallets o Gaínza.
Resulta irrefutable que, como afirma Zarzalejos, "los partidos políticos muestran día a día que no están en manos de los mejores: la mediocridad intelectual se combina en muchas ocasiones con la corrupción". Pero ¿por qué existe tanta mediocridad política? La respuesta la da el propio Zarzalejos: porque "nuestro país se ha convertido en un páramo intelectual". Y, ahora, dígame usted, con este panorama, si los políticos son no sólo mediocres sino ignorantes de solemnidad porque la sociedad de la que salen es así de cutre y descerebrada, cómo podemos esperar que nadie relea a don José Ortega y Gasset, que en gloria esté.
No es menos cierto que el panorama que presenta esta sociedad globalizada no es más alentador en los restantes países. En todas partes se premia lo cutre, lo comercial per se, la competitividad sin límites, etcétera, etcétera. Si se concede el Premio Nobel de la Paz a un presidente de los Estados Unidos antes de cumplir los nueve meses de mandato, ¿qué cabe esperar?
Mientras tanto, nuestros hijos viven felices como anises en el mundo en el que les ha tocado vivir. ¿No será que nos hemos convertido en unos viejos cascarrabias?
viernes, 9 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Publicar un comentario