viernes, 30 de octubre de 2009

Un día en Teruel


Ramón Mur

Desde hace unos meses he dejado de pertenecer a la población activa, al menos para las estadísticas. Quizá porque ya no estoy oficialmente en activo, he caido en el error de salir de casa menos de lo aconsejable. Esta semana, sin embargo, he viajado. A Teruel, por asuntos de interés familiar.

A mis compañeros de expedición -mi mujer y uno de sus hermanos- les propuse hacer el viaje en tren. Ya en la gélida, blanca y ultramoderna estación de Delicias me econtré con Pedro Luis Lamiel, concejal socialista de Castelserás, hombre de confianza del consejero Javier Velasco en el Gobierno de Aragón. Iba en el AVE a Madrid. Aproveché el encuentro para recordarle nuestro interés por la reapertura de la línea de ferrocarril entre Samper de Calanda y Alcañiz. Me molestó su contestación que, en realidad, fue una doble pregunta:"¿Pero es que os vais del bolo, quién va viajar por tren entre semana, a lo largo del año, cuando no haya pruebas en Motorland?" Y apuntilló: "Esas son cosas de Biel".

La casualidad quiso que a los pocos minutos apareciera por la cafatería de la estación el mismísimo José Ángel Biel, que también pretendía viajar en AVE a Madrid, creo que precisamente al Ministerio de Fomento. No tuve tiempo de agradecerle que pagara mi desayuno de café con leche y caña de crema, pero me faltaron minutos para hablarle del tren, de Motorland y otras cuestiones. La versión del vicepresidente del Gobierno es diametralmente opuesta a la de Lamiel: "A mi me dijo Víctor Morlán-Secretario de Estado de Infraestructuras- que no era descabellado el proyecto del tren a Alcañiz y que merecía la pena estudiarlo. Yo le ofrecí la colaboración del Gobierno de Aragón para elaborar los estudios pertinentes".

Y embarcamos rumbo a Teruel. Tren un tanto destartalado. Todo lo contrario que el de regreso, por la tarde, a Zaragoza. Los vagones del convoy vespertino tenían hasta enchufes en los asientos para poder conectar a red el ordenador portatil.

Teruel me causó la misma envidia de siempre. La única envidia que existe, la malsana porque la otra, la mal llamada sana, no existe. La capital de la provincia a la que tanto nos cuesta pertencer está preciosa. Y si el día acompaña, como el miércoles soleado pasado, ya ni les cuento. En Teruel luce lo que se invierte. Es incustionable. Aunque ahora, dicen, es cuando menos nos podemos quejar de agravios en el Bajo Aragón con la superinversión publica en Motorland. A pesar de todo, Teruel no sólo existe sino que da mucha envidia.

Nos sentamos en una terraza con sombrillas de la plaza de San Juan. Vi de lejos al presidente de la Diputación, Antonio Arrufat, con un acompañante muy alto, tanto que le sacaba la cabeza al buen mozo que siempre ha sido el alcalde de La Cerollera. Y paseamos por el histórico y mudejar Teruel. Me acerco al quiosco de prensa y me encuentro con Raúl Maicas que me anuncia la próxima aparición de un monográfico de TURIA dedicado al poeta Ángel Crespo. El número será presentado en Teruel y también Calaceite, a finales de noviembre. "Ya me avisarás", quedamos.

La plaza del Torico estaba rebosante de gente. ¡Qué bien se vive dónde se vive bien! y ¡qué bien viven los que viven bien! A primera hora de la tarde, en otra terraza cafeteril, repostaban el alcalde Miguel Ferrer, el consejero de Justicia y Política Territorial, Rogelio Silva, escoltado por sus asesores Miguel Angel Gorbe y Lourdes Rubio, así como el delegado-embajador del Gobierno en Teruel, José Miguel Espada. Todos, ellos sí, forman parte, por estadística, de la actual población activa de Aragón. Acababan de presentar en público el proyecto de ascensor urbano desde el barrio de San Julián hasta el casco histórico: torre de 40 metros, en una especie de neomudejar en hierro, y otra gran inversión para la capital. Más envidia, mucha más, cochina envidia.

No hay comentarios: