martes, 1 de diciembre de 2009

Desde 1886, en el horno de pan cocer

El matrimonio Lop, felicitado por el presidente de la Diputación Provincial de Teruel, Antonio Arrufat.




. Antonio Lop y Rosa Moliner, con sus seis hijos en Zaragoza, tras recibir el premio y la medalla 'Basilio Paraíso'.











Empresas del Mezquín por dentro

Medalla ‘Basilio Paraíso’ a la panadería Antonio Lop de Castelserás, entre las empresas centenarias de Aragón

Desde 1886, en el horno de pan cocer

Ramón Mur

(Reportaje realizado para la revista MEZQUIN de la Asociación Empresarial del Mezquín-Bajo Aragón)

Año de peste mortal fue el de 1886. Las gentes morían a diario y los cadáveres eran sacados de las casas envueltos en sudarios blancos. Castelserás y todo el Bajo Aragón estaban de luto. La epidemia se cobró la vida del farmacéutico del pueblo. Cuentan las crónicas que el boticario Francisco Loscos Bernal, botánico de fama internacional, puso tan gran empeño en evitar muertes de castelseranos que hizo peligrar su vida propia hasta que la perdió. Había nacido en Samper de Calanda, en 1823. Se fue de este mundo cuando más apreciada era por los botánicos europeos su labor como herborizador en los pueblos del Mezquín, como investigador de la flora de Aragón.
Mientras esto sucedía en aquel año de 1886, alguien levantaba la cabeza en Castelserás por encima de la tragedia y del dolor y pensaba que “la vida sigue”. Ese fue Manuel Magallón Argilés que se hizo con la mitad de un horno del pueblo, semilla de una empresa de panadería premiada en Zaragoza, el pasado 30 de noviembre, junto a otras 30 industrias centenarias de Aragón.
Antonio José Lop Moliner recibió la medalla y el premio ‘Basilio Paraíso” concedido por la Fundación del mismo nombre, dependiente de la Cámara de Comercio de Zaragoza, a 31 de las 75 empresas aragonesas con más de cien años. Con Antonio acudieron a recoger el trofeo su mujer, Rosa, y sus seis hijos Ricardo, Alberto, Carlos, Marina, Antonio y Rosa.
En la pantalla del salón de actos de la Cámara de Comercio de Zaragoza se proyectaron varias imágenes del horno de raíces árabes que todavía utiliza la panadería Lop. Allí se elaboran sus panes exquisitos de hogaza y las pastas como tortas de alma, mantecados, magdalenas, almendrados, roscones, rosquillas y, por encima de todos los demás productos, sus afamados brazos de gitano.
“Yo empecé a trabajar en el horno a los 16 años”, cuenta Antonio Lop. Por entonces, “todavía las mujeres llevaban el pan de cosecha propia para cocer en el horno. Hasta 1939 se había cobrado la faena en especie. Pero cuando yo empecé se cobraba a treinta céntimos de peseta el kilo de pan cocido. Y las pastas que pasaban por el horno aún se siguieron pagando en especio hasta 1957”, añade el panadero de Castelserás, que ha pasado el testigo de hornero a dos de sus hijos.

En sacas de cien kilos

Allá por los años cincuenta del siglo pasado, Antonio bajaba con el carro y la mula de su padre a Alcañiz donde cargaba, en el Molino de Panadés, cuatro sacas de harina de cien kilos cada una. Le duraban como unas dos semanas. Todavía recuerda Antonio el funcionamiento de dos molinos harineros en Castelserás, que molían el trigo de los cosecheros pero no comerciaban con la harina. O el del Molino viejo de Alcañiz, junto al río Guadalupe, donde también se surtió de producto en más de una ocasión.
Los Lop de Castelserás son toda una saga familiar de emprendedores. Los seis hijos de Antonio y Rosa son empresarios comerciantes: seguidores de la tradición panadera familiar, vendedores de productos por Internet o asentados ya con nombre propio en el comercio de artículos deportivos. Por sus venas corre la sangre emprendedora de personas con golpe de oficio. El mismo que distinguió a Basilio Paraíso, fundador de empresas como ‘La Veneciana’, a finales del siglo XIX, presidente de la Cámara de Comercio de Zaragoza durante 26 años y principal impulsor de la Exposición Hispano-Francesa de Zaragoza, en 1908, con ocasión del primer centenario de ‘Los Sitios’ que sufrió la ciudad durante la Guerra de la Independencia.
Los Lop de Castelserás estuvieron el lunes 30 de noviembre en Zaragoza por méritos propios. Sin empresarios como ellos, “no hay progreso”, según afirmó el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, quien presidió el acto y entregó la medalla ‘Basilio Paraíso’ a Roque Gistau, comisario de la Exposición Internacional de Zaragoza 2008.
De esta panadería Lop de Castelserás, se puede afirmar con toda propiedad que es una verdadera empresa del Mezquín. Merece la pena visitarla para conocerla ‘por dentro’. Recubierto por una edificación de reciente arquitectura, se conserva, mucho más que en esqueleto residual, un horno, una olla “moruna”, como dice Antonio Lop, donde se sigue horneando el pan con fuego de leña, a la manera en que se cocían los productos amasados hace más de once siglos.
La panadería Lop es un ejemplo de todo lo que el conocimiento del pasado puede dar de sí como “impulso de mejora” ante el futuro. Es lo que escribió hace cien años el historiador Santiago Vidiella i Jassá, de Calaceite, en el Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón.

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