Ramón Mur
Durante años hemos tenido que escuchar cabizbajos y resignados, cada vez que reclamábamos una ley de lenguas para Aragón,que no se trataba de cuestión urgente por más que estuviera prevista en el mismísimo Estatuto de Autonomía. "¡Total, los aragoneses afectados por el trilingüismo no pasan de 80.000!", se nos repetía a todas horas. Y había que callar, callar y aguantar.
Pero, ahora, he aquí que cuestión tan banal se ha convertido en la polémica más agria de la política aragonesa de los últimos meses. La ley se encuentra en proceso de tramitación en las Cortes de Aragón y los grupos políticos no acaban de alcanzar un acuerdo. Los socios del Gobierno de coalición PSOE-PAR se dan la espalda en este asunto porque los socialistas dicen, igual que la mayoría de los ciudadanos, que el idioma que se habla, de norte a sur, además del castellano, en la zona oriental de Aragón, es el catalán y el PAR dice que no, que ha consultado en los propios pueblos bilingües y que rechazan el apelativo catalán. Que hablan nadie sabe qué, una mezcla, un balbuceo, un idioma incompleto o entremezclado, que eso y no otra cosa es lo que significa la palabra chapurriau.
Basta recurrir a la encuesta de Heraldo de Aragón, periódico que puede ser heraldo de todo menos de la pluralidad lingüistica. Pues la consulta en que se pregunta "si se debe denominar catalán al idioma que se habla en el Aragón" oriental no deja lugar a dudas.
Lo peor de todo es que, según acabo de leer, es posible que no haya acuerdo, que el PSOE se quede solo y que no se pueda aprobar, tampoco esta vez, una ley de lenguas para Aragón. Pienso que, al final, se aprobará dentro de esta legislatura pero no antes de Navidad, como quieren los socialistas y, puesto que enero es mes vacacional en el Parlamento, la proposición socialista no quedará transformada en ley hasta febrero, como muy pronto. De esta forma, su aprobación definitiva se retardará todo lo que algunos pretenden.
¿Saben que está pasando? Que esta polémica lingüística se desea prolongar lo más posible en el tiempo. Porque se está utilizando como perfecta tapadera de otras miserias de la política aragonesa. ¿Ven ustedes en los periódicos de estos días algo más que un breve sobre la corrupción, sobre el caso Molinos de La Muela, que fue centro informativo en los primeros meses del año, asunto del que se dijo que amenazaba a la estabilidad del Gobierno de coalición PSOE-PAR? Nada de nada, aquí no ha pasado nada. Ahora lo que interesa es romperse los dientes por la ley de lenguas, aquel asunto del que antes se dijo que sólo interesaba a unos pocos aragoneses.
Con las lenguas de Aragón se está jugando de manera indecente. Y estas cosas se pagan, a la larga, pero se pagan. Los idiomas son un patrimonio cultural que debemos cuidar con esmero. Utilizarlos como se están utilizando ahora para tapar otros problemas es miserable, zafio y rastrero. Para esto está sierviendo nuestra reclamada ley de lenguas: para utilizarla como tapadera de otras vergüenzas. Es la tapadera de la vergüenza. Y ya está bien.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
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