jueves, 10 de diciembre de 2009

El final de una cohabitación política

Marcelino Iglesias.
José Ángel Biel.








Ramón Mur
Reconozco que no pensaba que el PSOE aragonés comandado por Marcelino Iglesias fuese nunca a romper peras con el PAR liderado por José Ángel Biel. Y bien es cierto que todo apunta a que, pese a controversias lingüísticas y otras, el Gobierno de coalición PSOE-PAR se va a mantener hasta mayo de 2011. Justo hasta ese año y mes que es cuando se han de celebrar las elecciones municipales. Y como Aragón es una tierra de poco cambiar pues ahora que podemos tener nuestras propias elecciones aragonesas como las vascas, las gallegas o las catalanas, resulta que seguiremos votando a nuestros representantes en Cortes el mismo día que pasemos por las urnas a elegir concejales de ayuntamiento. Tenemos un Estatuto de Autonomía de primera división, tras la actualización de 2007, pero a los aragoneses, por lo visto, nos gusta seguir en segunda.

El caso es que la tramitación parlamentaria de la Ley de Lenguas parece haber marcado el final del 'marcelbielato' iniciado en 1999. Será difícil que el PSOE vuelva a cogobernar con el PAR. No estará Iglesias pero estará Biel. Y por mucho que en política todo pueda ocurrir, hasta lo más inesperado, por más que el PAR intente por todos los medios no abandonar tantos y tantos despachos como tiene alquilados en el Pignatelli, el PSOE parece haber tornado la vista esta semana hacia CHA dando la espalda al PAR. Los socialistas han admitido 80 de las 111 enmiendas presentadas por los 'labordetistas' al embrión de ley de lenguas, mientras que a los 'bielistas', que son sus socios de gobierno todavía, les han admitido menos de las esperadas y de escaso calado. CHA camina con el PSOE en la admisión del catalán como una de las tres lenguas de Aragón, en la creación de una academia para el Aragonés y otra para el Catalán, nuestro catalán, el que se habla en Aragón.

Y así, con esto y con todo lo demás, el 17 de este mes el Pleno de las Cortes de Aragón aprobará la Ley de Lenguas para nuestra trilingüe comunidad autónoma. Yo, desde luego, lo celebraré. No me gustará del todo, por lo que parece, pero quería ley de Lenguas, lo he reclamado cuanto he podido durante muchos años, y todo parece indicar que viviré para ver reguladas las lenguas minoritarias de Aragón.

Insisto en que ésta no va a ser mi ley. Por algunos aspectos de su fondo, que ya se van vislumbrando tras las reuniones de la ponencia. Pero, sobre todo, por la forma política en que está trascurriendo la tramitación y con la que se va a sellar en el Pleno el texto final. Lamento que el PAR se haya autoexcluido de esta proposición socialista que, como he afirmado al principio, le puede acarrear entrar en una dinámica de distanciamiento definitivo del PSOE hasta verse obligado a abandonar el Gobierno en el que ha permanecido desde hace más de 25 años.

Lo que ha pasado en el PAR a muchos de sus dirigentes, en relación con la ley de lenguas y muy en especial respecto de la aceptación del catalán, es aquello de que "de tanto actuar en contra de como se piensa, al final se acaba pensando tal y como se actúa". En definitiva, la polémica Ley de Lenguas, aquella de la que tantos decían que era cuestión intrascendente por el escaso número de aragoneses a los que les incumbía, se ha convertido en el desenlace que puede marcar el final de una época politica e institucional en Aragón.

Ya es pena que por no pensar igual en algo tan palpable como son los idiomas, por no ponernos de acuerdo ni siquiera en el nombre del idioma que hablamos -algunos lo chapurreamos, pero otros lo hablan a la perfección en muchos pueblos de Aragón- dos partidos matrimoniados durante una década, tengan que poner fin a su cohabitación política. Sólo por esto de la ley esta de lenguas, bien lo sé, no se romperá el actual Gobierno autonómico. Pero lo que ha ocurrido esta semana va a influir, seguro que demasiado, para que no se repita otro Ejecutivo igual.

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